jueves, 18 de noviembre de 2010

Motivación y rendimiento escolar


L
os afectos asociados a las situaciones de aprendizajes parecen ser de gran relevancia para el desempeño de los estudiantes en dichas situaciones. Como lo demuestran los estudios sobre el autoestima y autoeficacia, los niños con buen rendimiento muestran una actitud positiva y confiada frente a las tareas de aprendizaje. Un tercer rasgo que los niños de buen rendimiento suelen exhibir es un alto compromiso emocional y conductual con la tarea. Esto último se ha relacionado con una alta motivación por el aprendizaje y es el tema que trataremos en esta sección.
Gage y Berliner (1988) describen cuatro maneras en que la motivación afecta el aprendizaje:
v  La motivación define lo que constituye un refuerzo: según sus intereses y motivos, distintas personas considerarán como valiosas distintas cosas, por lo tanto, lo que constituye un buen “premio” o refuerzo depende de cada persona.
v  La motivación explica la orientación a objetivos: cada secuencia de conductas está dirigida a un fin. La motivación de una persona contribuye a explicarnos la razón por la cual esa persona se involucra en dicha secuencia de conductas.
v  La motivación determina la cantidad de tiempo que se invierte en diferentes actividades: uno de los hallazgos más certeros en el estudio es la relación positiva entre la motivación por un determinado tema y el tiempo invertido en el estudio de ese tema. Como sabemos, el tiempo y el esfuerzo invertido en una tarea es, a su vez, uno de los predictores del desempeño en la tarea.
Motivación de logro
El tipo de motivación más ampliamente estudiado en relación con el logro escolar, es la llamada motivación de logro, definida como la motivación por tener éxito, por ser bueno en algo (Gage y Berliner, op.cit). La necesidad de logro es importante para diversos tipos de aprendizaje y no dice relación únicamente con el desempeño académico, sino con cualquier área en la que el sujeto desea destacar. En cuanto al desempeño escolar, la motivación de logro se expresa en diversas conductas. En general, los niños con alta motivación de logro en lo académico tienden a:


v  Escoger compañeros de trabajo de buen desempeño.
v  Muestran mayor persistencia.
v  Mantienen altos niveles de rendimiento sin vigilancia externa.
v  Completar las tareas que han sido interrumpidas.
v  Escoger tareas de dificultad moderada en lugar de fáciles.

Aunque la motivación de logro aparece como un constructo bastante claro en relación al desempeño escolar, el panorama se complica por la intervención de dos factores que parecen modular el efecto que puede tener la motivación en el logro: el factor social y las atribuciones de éxito/fracaso.

Motivación de logro y autonomía

Durante los primeros años de la niñez, antes de que los niños ingresen a la escuela, la motivación de logro se caracteriza por ser autónoma, es decir, orientada a una comparación con estándares internos, donde el desempeño se compara con el logro previo. Sin embargo, una vez que el niño ingresa a la escuela es posible que la motivación de logro cambie, orientándose hacia lo social, donde el logro es comparado prioritariamente con el logro de los otros. Esto es propiciado particularmente por nuestro sistema escolar, que se caracteriza por ser altamente competitivo. Este punto no es trivial, ya que puede llegar a determinar la forma en que el estudiante se comporta frente al aprendizaje. Boekaerts (1988)  por ejemplo, señala que el mero conocimiento de los pares requieren menor esfuerzo para lograr un mismo resultado puede conducir a ciertos niños a disminuir su percepción de competencia y aumentar sus afectos negativos hacia la tarea. Se puede suponer que esto es cierto para los alumnos con una motivación de logro predominantemente social en lugar de autónoma.

Motivación de logro y atribuciones de éxito
Un segundo factor que modula la influencia de la motivación de logro en el rendimiento escolar es la atribución que hace el estudiante de su éxito o fracaso. Boekaerts (1988) señala que los hallazgos relacionados con el tiempo dedicado al estudio y la  motivación, condujeron a los educadores a pensar durante algún tiempo que al diseñar prácticas pedagógicas que aumentaran la motivación de los niños, se elevaría directamente el rendimiento de éstos, ya que los niños más motivados invertirían más tiempo y esfuerzo en estudiar. Este aumento de la motivación se intentó lograr a través de la selección de materiales más relevantes e interesantes y de técnicas de enseñanza más variadas y que estimularan la participación y el compromiso emocional por la tarea. Sin embargo, la investigación ha demostrado que al aumentar el compromiso de los estudiantes no hay una certeza de que su rendimiento aumente en consecuencia. Aunque se puede observar con gran probabilidad un aumento en los afectos positivos relacionados con el aprendizaje. Así como un mayor compromiso con el estudio, esto no siempre desencadena un incremento en el logro escolar. 

Motivación extrínseca y Motivación intrínseca
Se suele denominar intrínseca a aquella motivación que existe en ausencia de refuerzos externos, mientras que se ha denominado motivación extrínseca a la motivación que depende de recompensas observables. Generalmente se asume que la motivación intrínseca es inherentemente mejor que la extrínseca. En cuanto al rendimiento escolar, las investigaciones apoyan lo que el sentido común sugiere, ya que la evidencia indica que una motivación intrínseca afecta positivamente el rendimiento, mientras que los niños con motivación extrínseca tienden a mostrar un rendimiento más pobre.
“La motivación genera un alto compromiso emocional y conductual con la tarea y es este el que finalmente impulsa al acto de aprender”[1]









[1]
Arancibia v, Herrera p, Strasser k.1997. Manual de Psicología Educacional. Quinta Edición. Ediciones universidad católica de Chile.

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